16 de noviembre de 2013

Detalles, detalles....

12 de noviembre de 2013





Pronto!!!


18 de abril de 2013

TU NOMBRE


                                                                           Dedicado a mi Abuelo Desiderio Peralta



Abuelo                                                     anoche 
Estaba buscando en el almanaque de Bristol
Cómo encalle en la palabra nostalgia
 Busque entre las ventanas cotidianas de tus ojos de fierro
En el olor a palo santo de tu enroscada chalina
En el bicarbonato matutino de tus días
En los espirales de humo Chesterfield  y  More
En aquella  garrafa de plástico
Por donde brotaba la voz de la Rodríguez

Anoche                                                                        viejo
 Caí en  llanto                                         
Como en oración  
Entre  latas  de clavos      
Chinches           
Goma arábiga
Oculto  bajo el diablo de fierro
Entre los  empaques  oxidados  de  papel  manteca
Donde  vivía  el  serrucho                                
La escofina 
y un cepillo de madera

 Anoche                                                                               papa
Me quede baúl marrón                          
Lleno de ausencias   
Bajo ladrillos envueltos en periódico 
Sin lágrimas                                    [las oculte en la sonrisa de mi hijo
                                                         que saco los ojos rasgados 
                                                         y que asoma unas orejitas a lo Peralta]
Inundado en parafina                                         
Hervida en la infancia
 Que grita desaforadamente

“ya  fue suficiente el destierro                            - Desiderio –
Se nos antoja un abrazo                          
Un paseo  a  Motupe
Un crucigrama con tachas               
Un borrador imperfecto
Una mano de lápices                
Un sol que brille en mi guabo
Una excusa para este silencio                                  
Una señal
Para dejar de gritar lleno de espuma en la boca
Frente a la lámpara ciega que ya no enciende
En el centro de mesa del comedor nocturno”

 Oh!                                                                         My friend!
Como me duele la subluxación  anclada en mi espalda
Como tu  foto estampada en cerámica
Déjame tus gafas    [la receta de tu apatadito]    
Que brillan áureas
Para mirar mejor el mundo
Que  vivo recogiendo de a pocos
Del obituario tirado en mi calle desierta
Tu nombre



15 de abril de 2013

SOBRE EL LIMO

Voy a podar las nubes
que están verdes en el techo de mi casa

No pisen la hierba
reza un letrero
rendido
sobre el limo

¿y ese siroco
que aflora
en la alforja de la noche?

como  el zarpazo de un oso

LA LLUVIA NOS ESCULPE

La llovizna nos esculpe
yo
rió
mientras mis manos baten al gozo
de tu melifluidad de siempre
apasionada
estacionada

La llovizna nos esculpe
tu
siempre sonriendo
en aquella calle
rociada

NOCHE DE PIEDRA

Y he aquí la noche
incendiada con una lampara
doliendo nos en el silencio

Y he aquí el sol
clavado en el espacio
atado a la punta de mi cometa
girando

Y he aquí el viento
crucifican do al bosque
tatuando lo de castigos
arrancándole las raíces
el corazón.

Y he aquí la piedra
que en nosotros estaba oculta
perdida en nuestra propia oscuridad
de piedra

POEMA I

El tiempo es una piedra

Viento que transcurre
pasión
sollozos
hume ante incienso desataviado
                                                                              (De Poemario Inédito Cercano a la Orilla)

27 de octubre de 2011

ESCRITO A CIEGAS

Rafael de la Fuente Benavides, (*Lima, 27 de octubre de 1908 - † 29 de enero de 1985) 
fue un poeta peruano cuya obra destaca por su hermetismo y hondura, fue, ademas, a modo personal un poeta que se quedo impregnado en las paredes de mi casa, por alla, por los años 90.
En este breve y humilde recuerdo por su nacimiento, quedo confinado al dolor, de no haberlo conocido, quiza, ahora, mis palabras comiencen una "Travesia de Extramares" y terminen anclados en una "Casa de Carton" para asi, reflejar, este sentimiento que quedo enterrado, bajo la "Piedra Absoluta".
ESCRITO A CIEGAS,1961

(*) Poema escrito luego de la solicitud que le hiciera Celia Peschero- argentina-quien le había pedido datos sobre su propia vida para realizar un trabajo en el periodico la nacion de la epoca sobre el poeta


Quieres tú saber de mi vida?
Yo sólo sé de mi paso,
De mi peso,
De mi tristeza y de mi zapato.
¿Por qué preguntas quién soy,
Adónde voy?… Porque sabes harto
Lo del Poeta, el duro
Y sensible volumen de ser mi humano,
Que es un cuerpo y vocación,
Sin embargo.
Si nací, lo recuerda el Año
Aquel de quien no me acuerdo,
Porque vivo, porque me mato.
Mi Ángel no el de la Guarda.
Mi Ángel es del Hartazgo y Retazo,
Que me lleva sin término,
Tropezando, siempre tropezando,
En esta sombra deslumbrante
Que es la Vida, y su engaño y su encanto.
Cuando lo sepas todo…
Cuando sepas no preguntar…
Cuando no sepas no saber nada
Sino roerte la uña de mortal,
Entonces te diré mi vida,
Que no es más que una palabra de más…
La toda tuya vida es como cada ola:
Saber matar,
Saber morir,
Y no saber retener su caudal,
Y no saber discurrir y volver a su principio,
Y no saber contenerse en su afán…
Si quieres saber de mi vida,
Vete a mirar al Mar.
¿Por qué me la pides, Literata?
¿Ignoras acaso que en el Mundo,
Todo de nadas acumuladas,
De desengrandar infinitudes,
No sino un trasgo
Eterno, sombra apenas de apetito de algo?
La cosa real, si la pretendes
No es aprehenderla sino imaginarla.
Lo real no se le coge: se le sigue,
Y para eso son el sueño y la palabra.
¡Cuídate de su atajo!
¡Cuídate de su distancia!
¡Cuídate de su despeñadero!
¡Cuídate de su cabaña!
¿Quién soy? Soy mi qué,
Inefable e innumerable
Figura y alma de la ira.
No, eso fue al fin… y era al principio,
Antes de donde el principio principia.
Soy un cuerpo de espíritu de furia
Asentada y de aceda ironía.
No, no soy el que busca
El poema, ni siquiera la vida…
Soy un animal acosado por su ser
Que es una verdad y una mentira.
¡Es tan simple mi ser, y tal ahogo,
Con punzada en nervio y carne!…
Yo buscaba otro ser,
Y ése ha sido mi buscarme.
Yo no quería ni quiero ya ser yo,
Sino otro que se salvara o que se salve,
No el del Instinto, que se pierde,
Ni el del Entendimiento, que se retrae.
Mi día es otro día,
Algún no sé dónde estarme,
A dónde no sé ir en mi selva
Entre mis reptiles y mis árboles,
Libros y cementos
Y estrellas de neón,
Y mujeres que se me juntan como la pared y como nadie… o como madre,
Y el recién nacido que sobre mí llora,
Y por la calle
Todas las ruedas
Reales y originales.
Así es mi día cabal,
Hasta la última tarde.
Y escribí libros para persuadirme
A que yo era alguien,
Uno según mi gana
O según mi nadie.
El Otro, el Prójimo, es un fantasma.
¿Existe el aire,
Donde te asfixias y recreas
Respirando, tu cuerpo inane?
¡No, nada es sino la sorpresa
Eterna de tu mismo reencontrarte
Siempre tú los mismos entre los mismos muros
De las distancias y las calles!
¡Y de los cielos estos techos
Que nunca me ultiman porque nunca caen!
(…)
¿Sabes de los puertos encallados
Del furor y del desembarcar,
Y del cetáceo con mojadísimo uniforme
Que no nada y cae ya?
¿Sabes de la ciudad tanta,
Que me parece ciudad,
Sino un cadáver disgregado,
Innumerable e infinitesimal?
Tú no sabes nada;
Tú no sabes sino preguntar.
Tú no sabes sino sabiduría.
Pero sabiduría no es estar
Sin noción de nada, sino proseguir o seguir
A pie hacia el ya.

                                                   

12 de julio de 2011

LA CASA DE LOS TRECE

Desde los viejos setenta que llegué al puerto, hasta mis aventurados días de adolescente por su ribera, hasta hoy, nunca, he dejado de pensar que Pimentel es mi refugio final donde anhelo terminar mis días.
ACP.


La vieja casa de los trece está cargada de recuerdos, de folklore familiar, de comidas alrededor de la enorme mesa, contando cuentos, oyendo historias y quizás hasta inocentes exageraciones. Hoy cuando inicie esta historia ya los protagonistas casi se han marchado. La marea ha hecho su trabajo ola tras ola bajo un cielo gris, año tras año mientras la espuma sigue llegando a la orilla y el buque varao (varado) que permanece impertérrito ante el tiempo, es testigo de los brazos de muchos nadadores que han acariciado sus fierros oxidados, nerviosos, picados, llenos de aves marinas, anhelando al fin, depositar por fin su casco sobre las peñas.

La dirección de la casa de los trece tiene dos razones sociales, es Atahualpa y es Torres Paz. La casa ha cambiado de colores durante muchos años y ha bebido tanto alquitrán en su techo como ha podido. Antiguamente había una maraña de la fruta de la pasión que se descolgaba hasta la ventana de fierro, donde hasta hoy es la sala principal, desde donde el patriarca de aquella casa dominaba sus pupilas entre el espacio del óxido aseado con keroseno (kerosén) reducido a humo de cigarro. Me asombra mucho lo que ha cambiado el puerto, mas la casa sigue siendo la misma. Me pregunto como escogió vivir en esa casa que tenia dos orientaciones distintas, imagino al abuelo mirando los cuartos con detenimiento para saber como dormirían sus 11 hijos y su esposa, como pasarían el verano en una casa donde los cuartos no tienen ventanas. Cuando viví allí me gustaban los sonidos que creaban sus largas paredes cuando cantaba, mas nunca me gustó la oscuridad que se habría de par en par en sus techos, más aún después de las veladas nocturnas en que los mayores acostumbraban algunas veces contar historias del mas allá. La ubicación estratégica de la casa conectaba directamente con la plaza principal, como con el mercado y la salida del puerto, paulatinamente se fueron demarcando otras ubicaciones que fueron las que hicieron esta casa tan especial. He vuelto mi mirada hacia los días de infancia y recordar lo feliz y también lo triste que fui. Rilke, afirmaba que la infancia es la verdadera patria del hombre y con esto dejo por sentado que uno pertenece a donde se crió.

La casa de los trece es la más hermosa - pienso -. Por la tarde de hoy me he acercado imaginariamente a su playa, he tocado la arena, he visto pasar a un niño pequeño de 5 o 6 años y me he recordado a mi mismo, bajo el cuidado de mi madre (que es la nro 9 de los once), jugando sin tiempo bajo un sol ceremonial y pausado que espera sin prisa el paso de las estaciones.
 
 

29 de junio de 2011

LA CASA DEL MARACUYA

LA CASA DEL MARACUYA

Dedicado a Blanca Bueñano de Peralta

El bus azul con franja blanca, propiedad de la familia Palma con matrícula que no recuerdo, ingresó a la calle Leoncio Prado a las nueve menos cuarto del pasado 30 de agosto del año 2002, con destino final: el Mercado; sin embargo, cuatro minutos antes se apeó del bus, en la calle Atahualpa con la misma Leoncio Prado, un hombre, un poco flaco, que vestía un buzo color negro, zapatillas blancas y polo de mezclilla cuello "v" color blanco. Era después de siete años que el aire con olor a mar le golpeaba el rostro. En su memoria recuerdos imborrables empezaban a formar una fila para asaltar sus emociones primeras. En su rostro, una leve sonrisa se dibujaba, aún sabiendo que nadie lo espera.

Después de recorrer con la mirada durante minutos que parecen horas ( la calle ) se interroga, aún incrédulo- he regresado- al antiguo puerto donde se crió, casi irreconocible, como si a él también le hubiera golpeado el desencanto del destino que golpea con martillo de herrero.

Sin prisa, avanza por la acera izquierda, cruza la puerta de la familia Nole, pasa por las ventanas de fierro de la familia Palma, alcanza la puerta blanca de la familia Vitela, sigue avanzando y llega a la tienda de los Piñarro. Se detiene en la esquina, en toda la casa de los Huamanchumo, el ritmo pausado de su andar se ha acelerado, obliga a la vista a ponerse firme y descubre la puerta grande, vieja y marrón de su infancia. El quicio, sitio profundo y ceremonial de los amores de adolescencia, la ventana de fierro oxidada por donde alguna vez y sin prisa Don Desiderio Peralta, lo miró jugar de chiquillo -era otra época- susurra, y arquea los ojos y respira el aire que le golpea hasta el alma y se pregunta donde quedó la frondosa cabellera del maracuyá que adornaba el techo de la casa que lo vió reir. Un sentimiento de orfandad se hace presente y lo amarga la añoranza.

En la esquina siguen transcurriendo los minutos, sus emociones ya habitan la tormenta, el territorio de los recuerdos y la imagen de la mujer por la que estaba allí, lo tenía suspendido, sin poder cruzar la calle para ser feliz y dejar en el borrador todas esas utopías, dolores, fiebres apasionadas por haber transitado contaminado y discordante de lo que se le enseñó.

El puerto de a pocos (se siente) entra en ajetreo. Él camina tímidamente en la claridad del día, hacia la puerta falsa de la casa, la principal está cerrada (y viene a su memoria el bloque de madera que lo tapia desde dentro), empuja imperceptiblemente y la voz de una mujer se oye en el comedor, mira la casa como si se mirara el alma, reconoce la Hierba Santa, el Guabo, que sembró rodeado de piedras que alguna vez arregló, los barriles de agua, que alguna vez llenó, el pórtico del cuarto del patio, el estante verde clavado a la pared, donde antiguamente se ubicaban los tarritos de lata llenos de clavos y otras especies del abuelo, debajo la mesa de madera donde se escribieron sueños entre juegos, mira el sillón de madera que parece un garabato y desde el cual cantaba inocentemente, revisa la pared de madera, adornada como un regalo de revistas multicolores pegadas con engrudo, el lavabo de piedra color rojo con su enorme espacio donde habitaban las bateas y los chanchitos. . . acaricia la puerta de madera vieja que es la entrada al corral (un mundo particular e imaginario se creo ahí). De pronto!... un movimiento llama su atención y ve a la mujer, empañados los ojos de lágrimas, repitiendo su nombre, como en un sueño. Él, la mira en silencio, llorando inmóvil, mientras ella con todos sus 82 años le abraza fuerte, acariciándole la cabeza con su mano derecha, temiendo, aunque lo negase por dentro, la partida, que es una cuña en el alma, que nos separa de la felicidad.