Para sentir
hay que des abrigarse
dejar de respirar
disolverse en el lodo de un vaso con agua
en la corriente del viento
en la nieve albo
Para sentir
hay que dorarse en el crepúsculo ingrimo
helar se en las madrugadas agónicas
de par en par
abierto como un pescado
disecado por el desierto
reventado por la espuma de una catarata vesanica
Para sentir
hay que desgarrarse en el útero irónico
del fiero destino
hay que usar el peine cotidiano
que esta en el altar de nuestro baño
mirándonos sin ternura
poco a poco lo que dejamos de ser
sin pelo